"Hubo una planificación del hecho represivo" en Canarias durante los años de la guerra civil y los que le siguieron. Ésta es una de las conclusiones de la intervención de Sergio Millares, profesor de Historia y director de la fundación Juan Negrín de Las Palmas, que intervino en la sesión inaugural del curso 'La recuperación de la memoria histórica de la educación durante el franquismo: la depuración del profesorado en España con especial énfasis en el caso de Canarias', que se celebra en el Centro Asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Tenerife.
El curso, dirigido por el catedrático del departamento de Historia de la Educación y Educación Comparada de la UNED Olegario Negrín Fajardo, contó hoy también con la participación del profesor de Historia de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria Alberto Anaya, quien intervino con la conferencia 'España durante la II República, la guerra civil y el primer franquismo'.
Millares subrayó la planificación de la represión y descartó otras circunstancias usadas para explicarla, como el carácter personal de algunos de sus protagonistas. La represión fue "una decisión de las autoridades centrales --de Salamanca y luego, Burgos--. "En Canarias no se mueve nada sin que lo autoricen los militares", de forma que era imposible que organizaciones como Falange o Acción Ciudadana actuaran "por su cuenta"; estas organizaciones tenían "carta blanca por parte de las autoridades militares", indicó el historiador.
El experto señaló también que la represión ejecutada en las Islas mantiene "una relación directa con la organización obrera y la conflictividad social" durante la II República y, también, con "la resistencia" al golpe del 18 de julio.
Millares distinguió entre los factores estructurales de la represión y los coyunturales. Entre los primeros señaló el miedo del empresariado y los propietarios agrícolas a perder el amplio margen de beneficio económico que obtenían gracias al sistema de bajos salarios imperante, que fue cuestionado progresivamente a lo largo de la II República por un sector de trabajadores cada vez más organizado y reivindicativo a raíz de la crisis del 29. Sin embargo, estas reivindicaciones del proletariado agrícola en Canarias eran "reformistas, no revolucionarias", y se centraban en la reclamación de salario y trabajo.
ALIANZA MILITARES-OLIGARQUÍA AGRARIA
Este miedo impulsa la represión explicada como la necesidad de "tomar medidas antes de que sea tarde" y explica la "amplia base social" que tuvo la represión franquista en Canarias, basada en una "alianza clara entre militares y oligarquía agraria". Esta alianza explica el alcance de las acciones represivas, porque los militares no habrían podido ejercer una represión tan profunda "sin el apoyo de las redes caciquiles".
Entre los factores estructurales de la represión, Millares destacó el factor político subrayado por Mola: la necesidad de realizar intervenciones contundentes y el factor ideológico, promovido por la Iglesia, que se hace cómplice de la represión, favoreciéndola y participando en ella. Sólo excepcionalmente, la Iglesia intervino para "contener las aristas más duras" de la acción represiva.
El ritmo de las actuaciones represivas fue condicionado también por factores coyunturales, como el grado de resistencia al golpe o la evolución del frente de guerra. Así, en Gran Canaria, donde los casos están más estudiados, se evidencia que los pueblos donde la resistencia al golpe fue mayor fueron los más dañados. Igualmente, la resistencia de Madrid, la fuga de Villa Cisneros provocaron acciones determinadas, como los desaparecidos de La Palma o las desapariciones en Agaete, Arucas y Gáldar, respectivamente.
Para Millares es muy importante descifrar el proceso de "tránsito moral" en el que los falangistas, inicialmente personas idealistas, llegaron a convertirse en "asesinos en masa". "Hay que estudiar este tránsito en el que los falangistas se convirtieron en marionetas en manos de los militares".
LA II REPÚBLICA COMO PROYECTO
La II República fue "un proyecto para resolver problemas históricos de España", según Alberto Anaya, quien detalló que estos problemas eran el militar -por contar con un ejército hiperinflado de militares y con vocación de intervención en política a través de pronunciamientos-, el religioso -con una Iglesia que seguía contando en la enseñanza, la cultura y la moral y que había generado el anticlericalismo-, cultural -con una mayoría de la población analfabeta- y social -con la mitad de la población dedicada a la agricultura en un régimen de trabajo temporal, precario y que luchaba por la tierra desde las desamortizaciones.
El voto urbano, libre de las redes caciquiles, dio lugar a la proclamación de la II República tras la victoria republicana en las elecciones municipales de 1931, en un momento en que la derecha salía debilitada y desunida de la dictadura de Primo de Rivera. Los dos primeros años de la II República fueron el momento de mayores reformas de la historia de España, dirigidas a la laicización de la sociedad y el Estado, a la Reforma Agraria, y a medidas educativas esenciales, como la multiplicación de la construcción de escuelas y otras acciones culturales.
La unión de la derecha, la desunión de la izquierda y la abstención de los anarquistas explica la segunda etapa de este proceso, que dio lugar al gobierno de derechas en que se intentó desmontar las acciones progresistas del bienio progresista. Finalmente, la creación del Frente Popular y el voto anarquista explican la victoria de la izquierda en 1936, lo que el golpe de Estado del 18 de julio del 36.
"Sin el golpe no habría habido guerra civil", sentenció Anaya, quien destacó que la II República significó para Canarias la toma de conciencia de los trabajadores de forma "paulatina"; la elevación del nivel cultural a través de la implantación de las escuelas y un movimiento intelectual importante.
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