La memoria del cementerio esconde todavía los restos de muchos represaliados de la Guerra Civil, pero sobre todo, de la represión franquista a pesar de que el Ayuntamiento haya dignificado el ‘Patio 42’, que guarda 727 cadáveres, el año pasado. El Foro por la Memoria de Toledo lleva año y medio esperando – al igual que Izquierda Unida – que el equipo de Gobierno municipal trabaje en la dignificación de las treinta fosas comunes que aún permanecen en el olvido tal y como se comprometió durante el homenaje al ‘Patio 42’ celebrado el 17 de febrero de 2011. Pero como después de esa fecha no se ha vuelto a hablar del asunto, el colectivo vuelve a mirar hacia la Memoria Histórica para sacar a la luz esas viejas historias arrinconadas y, sobre todo, alejar del ostracismo a todos los represaliados, con o sin nombre, que sigue silenciando el cementerio.
«Es
necesario que el Ayuntamiento de Toledo continúe con la
dignificación y no se conforme con lo conseguido con el ‘Patio
42’», explica el presidente del Foro por la Memoria, Emilio Sales.
Además, recuerda que durante los homenajes celebrados en febrero,
dado que IU realizó uno y el Ayuntamiento otro institucional, «se
habló de la posibilidad de colocar un mapa a la entrada con un
itinerario para todos los interesados en visitar el ‘Patio 42’ y
el resto de fosas». Sin embargo, no comprende por qué no se ha
empezado a mover el tema en este último año y medio y plantea
reunirse con el portavoz de IU, Aurelio San Emeterio, para que le
ponga al día de la situación y estudiar cómo abordar esta
reivindicación.
La
dignificación del resto de fosas comunes podría ofrecer algunas
dificultades como las sufridas en el ‘Patio 42’, que ha precisado
un proyecto para adecuar la parcela y proteger los restos dada la
imposibilidad de las exhumaciones al disponer de una fosa de gran
dimensión que apila cientos y cientos de restos mortales, la mayoría
sin nombre ni apellidos. En este caso, el problema reside en la
cantidad de fosas, unas localizadas y otras no, que quedan todavía,
en los patios 43, 17, 19, 33, 31, salvo las tres que se dignificaron
en este último tramo en los años 80.
Sin
embargo, la mayor parte de los enterrados fueron registrados en el
libro del cementerio. Pero sólo algunos de los familiares conocen si
sus represaliados murieron de un disparo junto a la tapia del
cementerio, de una condena improvisada, de una enfermedad en la
cárcel o por la cruenta represión que asoló Toledo con la entrada
de las tropas del General Varela a finales de septiembre de 1936.
LA
INVESTIGACIÓN. El Foro por la Memoria de Toledo espera que el
Ayuntamiento pueda seguir dando pasos para avanzar en la
dignificación y la reparación moral. Si bien, la iniciativa no
resultaría sencilla puesto que el cementerio también esconde varias
fosas comunes en la tierra y algunas de ellas no están localizadas a
pesar de las investigaciones de los últimos años. Aún así, la
historiadora Natividad Rodrigo es una de las personas que mejor
conoce el tema porque realizó una cuidada investigación que inició
en el año 2005 tras obtener un permiso municipal que se retrasó
bastantes meses porque el tema de la Memoria Histórica no convencía
al Gobierno municipal del Partido Popular.
Rodrigo
analizó a conciencia el libro-registro del cementerio, un documento
muy valioso que desentierra datos, fechas, lugares de inhumación y
anécdotas que pueden ser muy útiles a la hora de exhumaciones
futuras o, simplemente, para dignificar gran parte de las fosas
comunes. Además, la historiadora ha paseado muchas veces por el
cementerio comprobando dónde pueden ubicarse y sabe que a partir de
1938, ya que antes la mayor parte de los represaliados fueron a parar
al ‘Patio 42’, los entierros se llevaron a cabo en los patios 17,
19, 31 y 43, todos ellos ubicados a la izquierda del acceso
principal.
A
pesar de que siempre se habla de que aún quedan 30 fosas comunes
arrinconadas, lo cierto es que aún no se puede precisar el número
exacto porque puede que los alrededores de algún ciprés también
escondan los restos de decenas de represaliados, como pudo ocurrir
también junto a la tapia del cementerio, la última parada de los
agónicos paseos.
Lo
único que sí está claro es que el cementerio recibió un goteo de
cadáveres hasta 1943, aunque la mayor parte de los enterramientos se
realizaron a finales de septiembre de 1936. Y fue a partir de 1939
cuando el libro-registro del cementerio ofrece más información
acerca del número de enterramientos. Con todo, la investigación de
Rodrigo apunta que las fosas comunes guardan, al menos, los restos
mortales de casi 428 represaliados con nombre y apellidos, y 915
desconocidos contabilizados en las tandas que se arrojaron a las
fosas durante 1936.
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