miércoles, 8 de febrero de 2012

Recuperados los restos de diez de las 'rosas' de Guillena

Los arqueólogos han extraído los restos de diez cuerpos de las llamadas '17 rosas de Guillena', tras unas dos semanas de trabajos de el cementerio del municipio sevillano de Gerena, donde se encuentran enterradas.

Agencias

Según ha explicado el arqueólogo Juan Luis Castro a Europa Press, ya se ha procedido a recuperar los restos de diez personas y se prevé que los trabajos se alarguen hasta final de semana para terminar de extraer los restos de las otras siete mujeres que se encuentran en este enclave. Así, recuerda que en un principio se preveía que las labores concluyeran entre este lunes y este martes, pero que finalmente los trabajos han sido más complejos en algunos esqueletos.

   En este contexto, Castro recuerda que los restos presentan evidencias de "violencia extrema", entre los que se encuentra un cráneo con dos tiros, además de numerosas fracturas. A finales de la pasada semana ya se habían localizado los restos de 15 mujeres, mientras que las otras dos mujeres estarían bajo los huesos de sus compañeras, donde uno de ellos se situaría unos 40 centímetros bajo una hilera de nichos.

   "La exhumación está saliendo bien y se están encontrando bastantes evidencias de violencia extrema, con fragmentos de casquillos y balas, un cráneo con tiros en la nuca, además de numerosas fracturas que habrá que estudiar con detalle", indicado Castro, que asegura que se han encontrado igualmente objetos personales como un monedero, un peine, pendientes, un anillo u horquillas.

   Tras la exhumación, se realizará un estudio antropológico de laboratorio, para avanzar en encajar a cada persona con su esqueleto atendiendo a la edad o a posibles rasgos o enfermedades, entre otros, a través de unas pruebas que cuenta con un margen de error de cuatro años. A continuación, se verificarán esos nombres y cuerpos mediante unas pruebas de ADN, que se realizarán en un laboratorio de Bollullos de la Mitación (Sevilla).

   "Es muy importante que se ponga en valor lo que se está haciendo aquí para que se acepte paulativamente y de manera natural y se reconozca que las evidencias halladas constituyen pruebas de un crimen de lesa humanidad, que no prescribe", sentencia.

CON NOMBRES Y APELLIDOS

   Según la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica '19 Mujeres' de Guillena, la mayoría de los hombres habían huido de Guillena en julio de 1936, de los que algunos fueron detenidos y fusilados por aplicación del bando de guerra, mientras que otros llegaron a Madrid donde se alistaron en el ejército republicano.

   "Las mujeres, sin embargo, se quedaron en el pueblo conviviendo con el miedo, el hambre y las desesperación de la represión que desde los primeros momentos instauraron en Guillena", añade, tras asegura que 19 vecinas de este pueblo fueron detenidas a principios de septiembre de 1937 "por el único motivo de ser hijas, hermanas o viudas de rojos", de las que dos recibieron indulto, mientras que las otras 17 fueron fusiladas a primeros de noviembre de 1937 en el cementerio de Gerena.

   La localidad de Guillena concedió el título de Hijas Predilectas de la Villa a estas mujeres, asesinadas en noviembre de 1937, y cuyos nombre son Eulogia Alanís García, Ana María Fernández Ventura, Antonia Ferrer Moreno, Granada Garzón de la Hera, Granada Hidalgo Garzón, Natividad León Hidalgo, Rosario León Hidalgo, Manuela Liánez González, Trinidad López Cabeza, Ramona Manchón Merino, Manuela Méndez Jiménez, Ramona Navarro Ibáñez, Dolores Palacios García, Josefa Peinado López, Tomasa Peinado López, Ramona Puntas Lorenzo y Manuela Sánchez Gandullo.

No todas las víctimas son iguales

Efectivamente, tiene razón la AVT cuando dice que “ve inaudito que se compare a las víctimas de ETA con los represaliados del franquismo”. Y efectivamente es así, pero no por lo que expresala AVT, sino por las siguientes razones:

Las personas fallecidas como consecuencia de las acciones armadas de una parte delmovimiento vasco de liberación (1), en el marco de la guerra revolucionaria que se ha desarrollado en el País Vasco (2), están reconocidas jurídicamente como víctimas y enterradas donde sus familiares decidieron. Por el contrario, los centenares de miles de demócratas de distintas ideologías asesinados por los golpistas de 17 de julio de 1936, sus cómplices y el régimen de carácter fascista que implantaron, no han sido reconocidos jurídicamente como víctimas y los restos de una inmensa mayoría de ellos descansan en fosas comunes desperdigadas por descampados y cunetas.

Los miembros de las organizaciones armadas del movimiento vasco de liberación son perseguidos y juzgados cuando son capturados por las fuerzas policiales del estado español; incluso, en algunas ocasiones, han sido torturados (3). Como contrapunto, los golpistas de 18 de julio de 1936 (miembros perjuros del ejército y de las fuerzas coercitivas del estado, eclesiásticos, banqueros, grandes capitalistas y terratenientes, políticos de derechas, militantes de organizaciones fascistas y sus cómplices tanto internos y externos) no solamente no han sido perseguidos por la justicia, sino que además tuvieron tiempo, durante la dictadura y la llamada transición, de destruir todas las pruebas que pudieron de los crímenes que cometieron, sin que se hayan pedido responsabilidades en este sentido. No sólo eso, a los autores del exterminio de centenares de miles de demócratas desde 17 de julio de 1936 se les sigue homenajeando con monumentos, estatuas, calles y distinciones.

Al movimiento vasco de liberación, tanto a las organizaciones armadas, como a las que han defendido la independencia de EuskalHerria por vías pacíficas, se le exige que pida perdón; sin embargo, no se ha exigido nunca a ningún golpista del 17 de julio de 1936, dirigente del régimen franquista, ni miembros de las fuerzas coercitivas del estado franquista, incluidos los miembros de la temible Brigada Político-Social, que pida perdón a las víctimas del franquismo y sus familiares.

El actual jefe del estado siempre tiene en sus discursos palabras de solidaridad y agradecimiento para con las personas fallecidas, lesionadas o retenidas como consecuencia de las acciones de los grupos armados del movimiento vasco de liberación; sin embargo, nunca ha mencionado a las víctimas del franquismo y no tolera que se hable mal de Franco ante su presencia.

Las personas afectadas por las acciones de los grupos armados del movimiento vasco de liberación reciben, según la gravedad, cuantiosas indemnizaciones por parte del estado (4); las víctimas del franquismo, en muy pocos casos y en cantidades irrisorias (5); teniendo en cuenta que, además, la represión económica siempre fue de la mano de la represión física, es inaudito que no se hayan dado indemnizaciones, ni se hayan devuelto bienes incautados y ni se hayan anulado las multas impuestas como consecuencia de la aplicación de las leyes represivas del estado franquista.

La mayor parte de las personas calificadas como víctimas del terrorismo anteriores a 1977 no deberían ser calificadas como tales por un estado democrático ya que, en la mayoría de las ocasiones, murieron como consecuencia de acciones de grupos armados de resistencia a la dictadura de carácter fascista del general Franco, cuyo régimen fue condenado por Naciones Unidas en numerosas ocasiones, siendo igualado en sus resoluciones ala Italiafascista yla Alemania hitleriana. Es más, es un auténtico ejercicio de doble moral tan perverso, por ejemplo, como calificar de terrorismo a la resistencia armada europea que combatió el nazi-fascismo. Hay que recordar que el derecho a luchar contra la tiranía está recogido en el derecho internacional humanitario. Por tanto, no todas las personas afectadas por las acciones de los grupos armados del movimiento vasco de liberación “son culpa de una banda de terroristas”, tal como expresa la AVT; sin embargo, las víctimas del franquismos que son culpa de una banda de criminales que sembraron el terror desde el 17 de julio de 1936 hasta después, incluso, de la muerte del dictador. Calificar de terroristas a los que, en un ejercicio de resistencia a la tiranía, mataron a individuos como Carrero Blanco o al miembro dela Brigada Político-Social Melitón Manzanas, es tan hipócrita como calificar de terrorista, por ejemplo, al coronel Von Stauffenberg por haber intentado matar a Hitler.

El hecho de no condenar, negar o defender las acciones armadas del movimiento vasco de liberación está perseguido por la legislación. El no hacer lo mismo con los crímenes del franquismo, no sólo no está perseguido, sino que además el régimen de carácter fascista del general Franco y sus actos jurídicos represivos son considerados legales por la actual democracia.

Las acciones armadas del movimiento vasco de liberación son investigadas y perseguidas por los distintos poderes del estado. En el caso del franquismo son los familiares y las asociaciones los que, con la oposición, en muchas ocasiones, de los distintos poderes del estado, tienen que investigar sobre el paradero de las víctimas, debiendo desarrollar un gran esfuerzo en la actividad de divulgación para conseguir sensibilizar a la opinión pública y los distintos poderes del estado.

Las asociaciones de víctimas del terrorismo reciben todos los años, gobierne quien gobierne, cuantiosas subvenciones tanto por parte del gobierno central como de los autonómicos, no sólo para sus actividades, sino también para mantenimiento de sus infraestructuras. Las subvenciones recibidas durante estos últimos años por las organizaciones memorialistas han servido para que los familiares y las asociaciones realizasen una mínima parte del trabajo que debería realizar el estado y no han recibido dinero para su mantenimiento. En este sentido, queremos decir que no queremos subvenciones, sino que el estado se responsabilice de sus obligaciones y cumpla con la legislación.

En resumen, las personas afectadas por las acciones de los grupos armados del movimiento vasco de liberación, han obtenido verdad (el estado ha investigado), justicia (el estado ha juzgado) y reparación (el estado ha reparado tanto material, como moralmente). Las víctimas del franquismo no han obtenido verdad (el estado no investiga), ni justicia (el estado no juzga) y una paupérrima reparación material y sólo en algunos casos. Por eso, hemos de dar la razón ala AVT: ni son comparables los actos, ni son comparables las víctimas. Lo que realmente es inaudito es que se diga que en España hay una democracia, cuando centenares de miles de demócratas están enterrados en fosas comunes y los que participaron en gobiernos de un régimen criminal sean alabados como “padres de la democracia” porque supieron “cambiar de chaqueta” cuando el dictador murió.

José María Pedreño

martes, 7 de febrero de 2012

"Pedimos un papel del 37 y nos mandaron a la Guardia Civil"

José María García Márquez y Miguel Guardado pidieron en 2009 un expediente de un cabo, de 1937, al Ministerio del Interior y lo que les mandaron a casa fue a una pareja de la Guardia Civil... 

KAOSENLARED - Olivia Carvallar

“¿Y esto para qué? ¿Para qué quieren ahora unos papeles del 37?”, cuenta Guardado que preguntaron los agentes, uniformados de los pies a la cabeza. Ambos historiadores investigaban la represión del franquismo en Morón de la Frontera (Sevilla), un estudio culminado ahora en el libro Morón: Consumatum est (Planta Baja).

Los agentes les entregaron el expediente pero sin la sentencia que debía acompañarlo: “Volvimos a pedirla y nos pasó lo mismo: ‘¿Y esto para qué?”, explican. Finalmente, aseguran, les entregaron el documento con tachones de tippex sobre los nombres de otros oficiales que consideraron debían quedar ocultos. “A nosotros nos mandan a la Guardia Civil y a Garzón lo sientan en el banquillo. Es lo mismo. A todo el que quiera aclarar la verdad, lo intentan amedrentar. Ojo, que os estamos vigilando”, señalan.

El libro que acaban de escribir radiografía desde un caso concreto, el de Morón, lo que fue el franquismo y sus consecuencias, simbolizadas en la actualidad en el proceso a Garzón. Los autores se refieren, por ejemplo, a la obsesión del franquismo por borrar las pruebas de su masacre. En Morón, de los centenares de asesinatos cometidos en 1936 por los sublevados, sólo fue inscrita ese año una defunción en el registro civil: la de Diego Orta, que se había “suicidado” en el cuartel de Falange. “Por el contrario sus víctimas fueron registradas todas”, denuncia el libro, cuyo título se refiere a las palabras de Queipo de Llano: “En cuanto a Morón, consumatum est. Se ha hecho un escarmiento, que supongo impresionará a los pueblos que aún tienen la estulticia de creer en el marxismo”.

«La batalla de la memoria la ha ganado Franco», concluyen

El problema de este país, lamenta García Márquez, es que el franquismo implicó a miles de personas. “Cuando cayó el muro de Berlín, los ciudadanos pudieron ver los archivos de la Stasi y descubrir que millones de alemanes fueron confidentes. Aquí, la gente se asustaría de las miles de personas que ayudaron al régimen. Por eso no hay interés en que se descubra la verdad”, añade el historiador. Entre ellos, los propios jueces: “Hay apellidos gloriosos en la judicatura que estaban actuando como jueces militares entonces, y eso está borrado de sus biografías; muchas veces incluso aplicando el garrote vil sin una sola prueba”, concluye.

Todo ese férreo telón unido a la dificultad para acceder a los archivos militares, obliga a escribir la historia desde abajo, llamando casa por casa, buscando a los familiares, a veces escondidos tras las persianas, hablando con la “voz bajita” por el miedo que, 75 años después, aún circula. “En este país hay mucha historia de vagos, que no se molestan en ir a los archivos y sólo miran el de la Causa General, que sí está en internet; los de la represión siguen desaparecidos”, denuncian los autores. “¿Quién salvaguarda el honor de esos nombres que todo el mundo puede ver en la Causa General? Tú hablas mal sin pruebas de los golpistas y no tardan ni dos días en ponerte delante de un juez”, añaden.

El libro pretende demostrar, además, que la represión fue militar: “Fue amparada, dirigida y organizada por el Ejército. Siempre se ha querido lavar eso y descargar culpas sobre los falangistas, pero estos siguieron las órdenes del Ejército, no fue una guerra entre hermanos”, afirma García Márquez. La obra también desmonta que hubiera una cruzada contra la religión católica. Según Guardado, de los 12 sacerdotes y decenas de monjas que había en el pueblo, dos salesianos murieron, ambos beatificados. “Se les detuvo por sus simpatías hacia los sublevados, no por sus creencias. Y no fueron fusilados. Murieron en un tiroteo provocado por el teniente de la Guardia Civil. Además, uno de ellos, José Blanco, disparó ardorosamente contra los obreros desde el cuartel”, añade.

Lenguaje específico

Cada expediente revisado, según los historiadores, pone también de manifiesto el uso específico de un lenguaje por parte de los sublevados: “Ellos fusilaban, los rojos asesinaban; ellos confiscaban, los rojos saqueaban”. Y critican que aún siga habiendo reticencias a llamar a los crímenes del franquismo por su nombre: “genocidio”. O el empeño de la derecha en olvidar a estas víctimas: “En Morón ha habido tiempo hasta de nombrar alcaldesa perpetua a dos vírgenes, pero no se ha reconocido a estas víctimas; aunque no me extraña, porque el rey tampoco ha tenido tiempo de arrodillarse en una cuneta, delante de una fosa”, denuncia García Márquez, que se pregunta, además, qué diferencia hay entre Miguel Ángel Blanco, asesinado por los terroristas de ETA, y cualquier civil asesinado por los franquistas.

Guardado pone el ejemplo de Rodolfo Rodríguez, un hombre de 80 años que aún llora por su familia, sin ningún reconocimiento. Mataron a su padre y a un hermano. Y a su hermana Águeda, conocida como Miss Morón, le conmutaron la pena de muerte por la reclusión perpetua. Para poder condenarla se basaron en mentiras –“la presentaban como líder de la crueldad”– y desecharon los testimonios que la defendían, entre ellos el de una monja. Además de la represión hacia las mujeres, Águeda simboliza la necesidad de inventarse mitos para alimentar la venganza y el rencor, según los autores. “La transición ha sido una estafa en este sentido. La batalla de la memoria la ganó Franco”, concluyen.