La única lucha antiterrorista del pueblo es la lucha antifascista y antiimperialista.
Sergio Almisas Cruz - Kaosenlared
Ahora que los medios oficiales de desinformación y tergiversación de la realidad emplean la sobreinformación del manido X aniversario de la destrucción de las Torres Gemelas, repitiendo y grabándonos a fuego la consiguiente necesidad de continuar la batalla contra el terrorismo (de Al Qaeda, nos querían convencer entonces); ahora que la propaganda imperialista vuelve una y otra vez a lo especial que resulta esta efeméride debido a que coincide con que el enemigo número uno de la paz y la libertad mundial, Osama Bin Laden, fue capturado y ejecutado (eliminado, según su término empleado) por soldados yanquis; ahora tenemos que seguir reivindicando ante la opinión pública, ante la sociedad, que esa memoria histórica y esa lucha antiterrorista que abanderan no es la nuestra.
Que sepan que contraponemos su memoria histórica huidiza y simplista (la del acontecimiento triunfalista, la del momento aislado, descontextualizado) con nuestra memoria histórica antifascista, anticapitalista y revolucionaria. Que, como con las víctimas del estado capitalista y el imperialismo (presos en las cárceles, represaliados en las cruzadas contra el “comunismo” y el internacionalismo, o asesinados por los pistoleros), ni olvidamos ni perdonamos. No olvidamos ni olvidaremos que si septiembre debiera tener algún significado reivindicativo para los pueblos del estado español podría ser el que fuese en este mes en el que el agonizante franquismo asesinase a 5 de sus últimos presos “oficiales”: Txiki, Otaegui, Baena, Sánchez Bravo y García Sanz; mientras que este mes para el pueblo vasco tiene sabor a Gudari Eguna, no solo por la memoria de los fusilados antifascistas el 27 de septiembre, sino también por los caídos del Euzko Gudarostea (XIV Cuerpo del Ejército Popular, o ejército vasco en la Guerra revolucionaria de 1936-1939) a manos de los que posteriormente gobernarían. Pero tampoco olvidamos que ese régimen dictatorial y opresor siguió existiendo bajo una máscara democrática, una pátina que no esconde, a poco que el movimiento popular, obrero o sindical combativo rasque con su lucha contra el sistema, el carácter capitalista, nacionalista español, patriarcal y represor del estado español desde ese septiembre de 1975 hasta hoy en día.
No olvidamos ni olvidaremos que si algo tiene que celebrarse un 11 de septiembre es el asalto y la toma a sangre y fuego de la ciudad de Barcelona (1714) por la dinastía borbónica con su aliado el imperialismo ingles. El día de lucha del pueblo catalán por su independencia y su libertad es lo que la verdadera memoria histórica no debe olvidar.
Tampoco olvidamos ni olvidaremos que si el 11 de septiembre tiene algún significado para los movimientos populares, es el ser el símbolo de la barbarie y la violencia que ejercen en forma de golpes de estado y dictaduras fascistas y sangrientas los intereses imperialistas estadounidenses unido a las clases opresoras nativas, como muestra el aplastado intento chileno (con Allende y el gobierno de Unidad Popular) de construir una sociedad socialista.
Debemos gritar bien alto que “sus” terroristas, aquellos luchadores y luchadoras que intentan acabar con las injusticias de este mundo, y que dan la vida para aplacar y eliminar los inhumanos intereses de los capitalistas y del imperialismo, contraponiendo, en muchos casos, ejemplos de organización y convivencia más igualitarios y justos que los de su democracia parlamentaria; esos que ellos llaman “terroristas”, los campesinos organizados, los obreros en lucha, los que derrocan dictaduras y nacionalizan la banca y las empresas estratégicas, nosotros los reivindicamos como compañeros y compañeras. Y que a los que hay que apuntar con el dedo, los que causan verdadero terror sobre las masas conscientes y organizadas, no alienadas, son precisamente ellos. Ellos que defienden y promueven dictaduras en nombre de la paz, los que realizan guerras en nombre de los derechos humanos, y sustentan sistemas socio-económicos esclavizantes y que reproducen la desigualdad social y económica, bajo el parapeto del “mal menor” y la libertad.
En el día a día, nuestros intereses y los del sistema son irreconciliables. Este es un frente de lucha que no debemos olvidar, reivindicando nuestra propia memoria histórica: “Vosotros, fascistas, sois los terroristas”.
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